VIAJE POR LA LITERATURA CASTELLANA.
Lentamente los monjes suben la ladera al compás de la doméstica campana que les llama al recogimiento. Nos espera un fructífero curso 2012-2013. ¿Habrá novedades?

jueves, 9 de febrero de 2012

Copla de San Juan de la Cruz

"Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero." 



Este celebérrimo fragmento de las "Coplas del alma que pena por ver a Dios", perteneciente a San Juan de la Cruz, muestra su literatura mística, que expresa la unión del alma con Dios, una vez que ha conseguido la perfección moral. Santa Teresa de la Cruz usó este fragmento,"Vivo sin vivir en mí" para convertir posteriormente esta frase en el principio de su obra.


Víctor y Kevin

Los sonetos del engaño.

¡Oh más dura que el marmol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para que sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas corriendo.

Fragmento de "La Egloga", Cantar de Salicio.
Garcilaso de la Vega

Todos hemos oído hablar de "eso que le pasó a un amigo que era como yo, pero no era yo, es decir, que puede parecer que esto que te cuento me pasó a mí pero no, era a mi amigo"
En fin, que Garcilaso de la Vega quiere darnos la imagen de que la amada de Salicio, Galatea, es  cruel y fría con él , que le trata con desdén e indiferencia.
¡Pobre "Garcisalicio de la Vega"!

Todo un crack escribiendo sonetos, ya se lo decía Juan Boscán, lo que nos parece es que el pobre no se aclaraba. El amor es lo que tiene. Garcilaso utiliza expresiones como "me quemo" o "me estoy muriendo" sin saber si realmente quiere dar lástima o de verdad lo siente.
¡Qué pena de hombre! Tantos rodeos para decir a una chica lo que se dice con una mirada. De todas formas a muchas nos gusta la ternura y sentirnos humildemente adoradas.
                                           Laura y María