VIAJE POR LA LITERATURA CASTELLANA.
Lentamente los monjes suben la ladera al compás de la doméstica campana que les llama al recogimiento. Nos espera un fructífero curso 2012-2013. ¿Habrá novedades?

domingo, 12 de febrero de 2012

A ANDRÉS ORTIZ.


Si no hubiera sido Berceo hubiera sido otro. El caso es que la necesidad del ser humano de contar lo que siente o lo que piensa es una fuerza tan potente que encuentra siempre huecos por donde salir y si no los hay los crea. Por eso escribo.

Desde Berceo hasta Delibes ha habido muchos oficiales. Grandes genios de la escritura. Sin embargo son muchos más el ejército de lectores que han bebido sus letras y las han ido sembrando en otros corazones a lo largo de sus vidas.

Hoy nos ha dejado uno de ellos. Lo recuerdo a menudo tal como lo pinté hace unos años. Solía ir contento a su trabajo en la Renfe, silbando. Con pasos cortos sacaba su moto Guzzi del corral moviendo los hombros al compás de alguna canción sanjuanera.

En su salón, mis ojos infantiles grabaron para siempre dos sujetalibros de aire románico que emulaban las figuras sedentes de Isabel y Fernando. El Círculo de lectores, al que Andrés pertenecía, los había creado para custodiar aquellos volúmenes que alimentaban mi curiosidad y añadían carbón a la locomotora del mundo que constantemente imaginaba. Recuerdo la silueta de Charles de Gaulle en la portada de uno de ellos bajo un punto de mira y la palabra “Chacal” en alguna parte de la tapa. Por entonces ni se me ocurría ser capaz de leer algo tan grueso, pero ahí estaban. Libros.

Creo que fue entonces cuando, al calor del cariño que siempre respiré entre su familia, tuve conciencia de que había un mundo de letras en el corazón de cada ser humano.
Gracias por regalarme tantas horas de juego con tus hijos. Un abrazo muy fuerte donde quiera que estés.

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