VIAJE POR LA LITERATURA CASTELLANA.
Lentamente los monjes suben la ladera al compás de la doméstica campana que les llama al recogimiento. Nos espera un fructífero curso 2012-2013. ¿Habrá novedades?

miércoles, 22 de febrero de 2012

Esas mujeres de fantasía.

Hermosas ninfas, que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;

agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas,
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas:

dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,

que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.





Italizante. Con esta palabra podríamos definir los sonetos de Garcilaso de la Vega, claramente influenciado por la lírica de Francesco Petrarca.
Este soneto está compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Ambos son de arte mayor y su estructura son 11A, 11B, 11B, 11A en los cuartetos, 11C, 11D, 11C en el primer terceto y, finalmente, 11D, 11C, 11D en el último.
Tiene un ritmo lento, imitando el fluir del río, que poco a poco adelanta el ritmo hasta el final con verbos en imperativo (dejad).
El poeta se dirige a unas ninfas, que están en sus posiciones habituales, para que escuchen su triste relato amoroso.
Es muy habitual en el Renacimiento las menciones a seres mitológicos e idealizar la naturaleza del entorno. 
Como ya hemos dicho en el artículo de su descripción literaria, Garcilaso de la Vega encarnaba los valores del hombre renacentista: era un hombre de armas (murió sirviendo a su rey) y era poeta (a modo de amor cortés, llora la muerte de su musa).














Cristina y Virginia

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