¡Buenas tardes, fieles seguidores!
Hoy, mientras paseaba por los jardines de tan bello lugar en el que vivo, he sido inspirado por este monasterio y enseguida he llegado a mi Scriptorium. En San Millán de la Cogolla, seguimos una tradición que inició el eremita Millán, del que hablo en mi libro 'Vida de San Millán', que ya podéis comprar en... Bueno, os lo contaré otro día.
Fue catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1997, por ser la <<Cuna del Castellano>> (gracias a mí, cómo no).
Tiene tan particular nombre, Cogolla, se debe a que en la ladera dónde está situado, se le encuentra gran semejanza con una cuculla, la capa que nos cubre de la cabeza a los pies. Pero, eso sí, aquí en el monasterio llevamos de última generación, en Zara nos la compraron.
Bien, después de hablar de nuestro vestuario (que ya quisiérais vosotros probar), hablaré de uno de los sitios más importantes del monasterio: el portaleio. El portaleio, comúnmente llamado alfombra del portalejo, es un trabajo mozárabe de principios del siglo XI (sí, cuando empecé a vivir allí, cuáaaaanto tiempo he vivido ya allí), que consiste en el decorado del suelo, hecho con cantos rodados grises y ladrillos rojos que forman rosetas y esvásticas. Allí están enterrados los siete infantes de Lara, tres reinas navarras y, cuando muera, yo también lo estaré.
Pero, prefiero no hablar de mi final (me pone muy triste y melancólico) y seguir vivo hasta que, por lo menos, la lengua castellana muera (algo imposible, ya que es el segundo idioma más hablado en el mundo).
¡Un saludo entre pluma, tinta y teclado!
Virginia y Cristina