Su cabeza tocada de laurel, como la de los grandes hombres de la antigüedad encierra la sabiduría del humanismo. Su frente despejada, como lo era su intelecto. Finísimas cejas que conducen a su aguileña nariz de cuyo olfato nació el petrarquismo. Ojos vivos y despiertos, de mirada fresca cual mañana de primavera, reflejan su despierta mente y prodigiosa inteligencia. Labios finos e insinuantes, que supieron seducir con palabras susurradas a damas y doncellas de su Italia bien amada. Cara redonda, por buena poesía bien alimentada, de su gusto por la buena mesa, buena fé nos daba.
Fuentes de información: http://es.wikipedia.org/wiki/Petrarca
Fuentes de información: http://es.wikipedia.org/wiki/Petrarca
Marta y María J.
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