Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.
Francisco de Quevedo
Tenemos frente a nosotros a un gran representante de la literatura barroca española. Quevedo era barroco Conceptista. El Conceptismo es una complicación extrema del contenido . Trata de multiplicar asociaciones ingeniosas y rebuscadas entre los conceptos y las palabras .
Este poema está dedicado a Don Luis de Gongora, otro escritor cumbre del barroco pero este especialista en el Culteranismo. Góngora era un clérigo que siempre estaba peleando con Don Francisco de Quevedo por medio de la poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario